LA TIERRA DE LA PIEDRA NEGRA


¿Querrían convertirse en desiertos en el desierto,
en luz naranja de risa y llanto,
volverse viento y dicha en la arena, néctar, escalofrío, libertad...

jueves, 10 de diciembre de 2009

EL CANTO DE LOS PIGMEOS



A las Voces del Extremo.

"Nosotros, los aka, somos pequeños, muy pequeños, los más pequeños de los pequeños,pero también somos los hombres, los señores del tiempo, los señores de la tierra, los señores de todo".




Mar es una matemática que lo ha calculado, y dice que si las Voces del Extremo fueran un niño, tendría diez años justos. Miro entonces hacia nosotros, y veo que no es cierto que seamos pequeños, no es cierto que nuestro canto sólo sea un zumbido inútil de abejas en lo profundo de la última selva, no es cierto, porque somos hombres soberanos, Logos zahorí, flechas del imperativo categórico desde torres de justicia vigía, por eso seguimos, por eso tenemos que seguir tejiendo del hechizo una red más gruesa, recitando la fórmula, carmina, mantra, quejío, con palabras animadas, con la voz cargada, desnudo universo volcado y vertido en el verso, un canto que mata el desencanto, hasta que sea imposible no derretirse escuchando el canto de los pigmeos. Ya sé que al principio es apenas un susurro, un pitido de fondo, creciente vibración primordial, música tamborera de las esferas, pero luego es savia, mar, sangre que se hace viento de magia en las gargantas de golfos adamitas, y al fin por todos lados esparcidas semillas sinnúmero de la nación antigua y desprogramada, dueños y siervos sólo de la sencilla aurora, tarareando un delicado huracán lúcido de palabras-medicinas que lo irisarán todo, y el embrujo sin niguna máquina funcionará, ese extraño canto de los pigmeos funcionará...

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